CUANDO TU HIJO NO QUIERE COMER

Mamá, cuando tu hijo no quiere comer, ¿qué haces?
Habrá quien insista un rato para luego darse por vencida y terminar dándole la botella de leche que pidió desde el principio. Otras tal vez ni siquiera insistan, sólo le dan lo que el niño pide y listo.
Obligas, insistes, castigas, tratas de negociar… El niño llora, tú también. Se forma un caos...y ni un solo bocado.
Cuando David Alonso comenzó a rechazar los alimentos con textura a los 8 o 9 meses de nacido, no inferí de inmediato ningun problema. Se comía su crema en la mañana, el majado que le preparaban las abuelas, galletas, pan, en fin, aquello que un bebé con ese tiempo suele comer. Pero pasaban los meses y la cosa como que no mejoraba. Mostraba predilección por la leche y por la cremita. El tiempo pasaba y de momento lo que sí había comenzado a comer ya no lo quería: el arroz blanco con habichuelas, las sopas y el majado de las abuelas. Las carnes nunca las había probado.
A la preocupación por su alimentación se añadía también el hecho de que a los 20 meses, de las pocas palabras que había comenzado a decir ya no decía ni una. Los tantrums eran cada vez más seguidos e intensos. La hora de la comida era una odisea. Cosas que debían ser simples como bañarlo y cambiarlo de ropa era agotador, casi imposible hacerlo sola. Algo no estaba bien. La intuición de madre nunca falla. Junto a mi esposo comenzamos a buscar respuestas. Ha sido un proceso muy agotador, pero gracias a los excelentes especialistas que consultamos al fin sabemos lo que le pasa.
David Alonso padece de deficiencia en carnitina (condición metabólica que hace que su cuerpo no procese las grasas adecuadamente) y de Desorden de Procesamiento Sensorial. Es hipersensible en casi todos sus sentidos incluyendo el vestibular y el propioceptivo. Su desarrollo oral-motor estaba retrasado. Por eso sus dificultades en la alimentación y también en el habla. A esto le sumamos también un reflujo severo que descubrimos en el proceso. Sencillamente comer para él es una verdadera tortura.
Después de poco más de un año intenso entre especialistas y terapias ha mejorado muchísimo y podemos decir que de su retraso en el desarrollo está ya casi en el nivel que debe estar. Pero su alimentación sigue siendo nuestro mayor reto y mucha veces la mayor de mis frustraciones.
Gracias a PIASO (Programa Intensivo de Alimentación Sensorial y Oral motor) y las terapias de alimentación que allí recibe, comenzamos a ver algunos resultados. Sabemos que el proceso será largo e intenso. Algunos días son más difíciles que otros. Pero si algo caracteriza al segundo de mis hijos es su carácter fuerte y decidido. Solo tiene tres años, pero sabemos que estamos ante un gran luchador.
Papá y Mamá tampoco se darán por vencidos. Celebráremos el día en que todos podamos disfrutar verlo comer sin problemas. Mientras, seguimos atentos y proactivos en favor de su crecimiento y desarrollo. Pero sobretodo con toda nuestra confianza puesta en el Señor. Es él quien nos fortalece y nos regala su gracia para poder hacer lo que nos toca; cuidar responsablemente por el regalo más hermoso que hemos recibido de su amor: nuestro hijo.
Por Arelis Marrero
Habrá quien insista un rato para luego darse por vencida y terminar dándole la botella de leche que pidió desde el principio. Otras tal vez ni siquiera insistan, sólo le dan lo que el niño pide y listo.
Obligas, insistes, castigas, tratas de negociar… El niño llora, tú también. Se forma un caos...y ni un solo bocado.
Cuando David Alonso comenzó a rechazar los alimentos con textura a los 8 o 9 meses de nacido, no inferí de inmediato ningun problema. Se comía su crema en la mañana, el majado que le preparaban las abuelas, galletas, pan, en fin, aquello que un bebé con ese tiempo suele comer. Pero pasaban los meses y la cosa como que no mejoraba. Mostraba predilección por la leche y por la cremita. El tiempo pasaba y de momento lo que sí había comenzado a comer ya no lo quería: el arroz blanco con habichuelas, las sopas y el majado de las abuelas. Las carnes nunca las había probado.
A la preocupación por su alimentación se añadía también el hecho de que a los 20 meses, de las pocas palabras que había comenzado a decir ya no decía ni una. Los tantrums eran cada vez más seguidos e intensos. La hora de la comida era una odisea. Cosas que debían ser simples como bañarlo y cambiarlo de ropa era agotador, casi imposible hacerlo sola. Algo no estaba bien. La intuición de madre nunca falla. Junto a mi esposo comenzamos a buscar respuestas. Ha sido un proceso muy agotador, pero gracias a los excelentes especialistas que consultamos al fin sabemos lo que le pasa.
David Alonso padece de deficiencia en carnitina (condición metabólica que hace que su cuerpo no procese las grasas adecuadamente) y de Desorden de Procesamiento Sensorial. Es hipersensible en casi todos sus sentidos incluyendo el vestibular y el propioceptivo. Su desarrollo oral-motor estaba retrasado. Por eso sus dificultades en la alimentación y también en el habla. A esto le sumamos también un reflujo severo que descubrimos en el proceso. Sencillamente comer para él es una verdadera tortura.
Después de poco más de un año intenso entre especialistas y terapias ha mejorado muchísimo y podemos decir que de su retraso en el desarrollo está ya casi en el nivel que debe estar. Pero su alimentación sigue siendo nuestro mayor reto y mucha veces la mayor de mis frustraciones.
Gracias a PIASO (Programa Intensivo de Alimentación Sensorial y Oral motor) y las terapias de alimentación que allí recibe, comenzamos a ver algunos resultados. Sabemos que el proceso será largo e intenso. Algunos días son más difíciles que otros. Pero si algo caracteriza al segundo de mis hijos es su carácter fuerte y decidido. Solo tiene tres años, pero sabemos que estamos ante un gran luchador.
Papá y Mamá tampoco se darán por vencidos. Celebráremos el día en que todos podamos disfrutar verlo comer sin problemas. Mientras, seguimos atentos y proactivos en favor de su crecimiento y desarrollo. Pero sobretodo con toda nuestra confianza puesta en el Señor. Es él quien nos fortalece y nos regala su gracia para poder hacer lo que nos toca; cuidar responsablemente por el regalo más hermoso que hemos recibido de su amor: nuestro hijo.
Por Arelis Marrero
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